En Coopteboy la educación se entiende como un proceso intencionado, permanente, consustancial a la vida del hombre, que permite no sólo adquirir saberes, sino —sobre todo— desarrollar capacidades y habilidades. Para desarrollar bien esta educación humanista que es personal y comunitaria, se requiere que alumnos, profesores y padres de familia estén de acuerdo en algunas actitudes básicas:
Actitud del Alumno
El alumno, de acuerdo con su nivel de madurez, es un sujeto capaz de aprender a descubrir el mundo, a resolver sus problemas y tomar decisiones en un proceso constante de interrelación con su medio y de formación de su voluntad y carácter. Conociendo con claridad lo que se espera de él, asume una actitud activa con miras al logro de esas metas. El alumno tendrá su plan de trabajo y se comprometerá a realizarlo. Aprenderá a llevar su propio control personal de logros, y cada vez más conscientemente organizará sus actividades y su tiempo, reconociendo lo que ha logrado y lo que le falta, aceptando sus habilidades y sus limitaciones. Adquirirá progresivamente una autoimagen realista, una visión positiva del mundo a través de todo su quehacer y una capacidad de expresar su interioridad y de trascender en una búsqueda activa de Dios.
Actitud del Profesor
El (la) profesor(a) es orientador(a), facilitador(a), animador(a), guía cuidadoso(a) del proceso de aprendizaje y respetuoso(a) de las diferencias y ritmos individuales. Sabe que los niños y jóvenes esperan de él(ella) una guía segura y un modelo consistente, capaz de motivar y exigir, de comprender y dirigir, y sobre todo, de responder adecuadamente a las distintas situaciones de la vida escolar. Su función va más allá de la mera transmisión de conocimientos. Animará al alumno hacia el logro de la autonomía, proponiéndole medios, instrumentos y experiencias educativas que permitan al niño su encuentro con Dios, con los demás y con el mundo. Conocedor de la cultura juvenil e infantil, el (la) profesor(a) procurará desarrollar un clima que permita al estudiante encarar con alegría y esperanza su proceso de formación personal. Para esto el (la) profesor(a) estará permanentemente perfeccionando sus competencias pedagógicas y humanas.
Actitud de los padres y/o acudientes
Se preocuparán por conocer este modelo educativo y comprometerse con él. Aceptarán a sus hijos o «acudidos» como son, respetando sus capacidades y ritmos, conociendo sus talentos, exigiéndoles lo que puedan dar, ayudándoles a descubrirse a sí mismos, y mostrándose ante ellos con autenticidad. Buscarán interesarse por el mundo infantil o juvenil de los estudiantes. Los acompañarán en su crecimiento en la fe y los invitarán a vivir en familia los valores y actitudes fundamentales impartidos en el Colegio. Se preocuparán de su propia formación como adultos y padres de familia, participando en la vida de la comunidad educativa a través de instancias pastorales y formativas, en busca de una armonía profunda entre la escuela y el hogar.
Actitud de otros miembros de la Comunidad
Los otros miembros de la comunidad: docentes catedráticos y de escuelas formativas, practicantes, administrativos, y auxiliares, se preocuparán por conocer este modelo educativo y comprometerse con él, ya que también influyen en la formación de los alumnos. En ese sentido son modelos de vida y de servicio que forman parte activa de la comunidad educativa.
CRITERIOS Y MEDIOS PEDAGÓGICOS
En términos más esquemáticos podemos recapitular algunos elementos metodológicos que se han considerado como válidos para el presente PEI:
Cuidado personal por cada Alumno Toda esta educación se basa en una relación personal del profesor con cada uno de los alumnos. Se trata de ofrecer un acompañamiento cercano, eficaz, respetuoso, invitante, que promueva el ejercicio de la libertad personal, en una analogía pedagógica de "el que da los Ejercicios". Una relación de este tipo es una relación de confianza, que se vive en el diálogo, en el saber escucharse y "leerse" mutuamente, en el aprecio a cada alumno para acompañarlo en su crecimiento. El maestro como formador de personas es un elemento sustancial de esta metodología.
Este principio está presente en todas las actividades de la escuela, pero hay algunos medios más explícitamente vinculados con él.
En el ámbito de la sala de clases, la Animación y la Toma de Conciencia del proceso de aprendizaje son medios pedagógicos que permiten al profesor una efectiva y vital retroalimentación del interés, entusiasmo, compromiso y disposición del alumno por aprender. Son instancias en que hay que reflexionar, confrontar y dar impulso a una nueva etapa de trabajo.
Más allá de la sala de clases pero no desvinculadas de ella, todas las otras actividades, como las de orientación, las tutorías, el acompañamiento espiritual, las actividades artísticas y deportivas, buscan cumplir los mismos fines.
Multiplicidad de experiencias y ambientes educativos
El alumno se educa en la interacción diaria que establece con quienes lo rodean. Así, todo encuentro en el marco de la Comunidad Educativa, toda experiencia de vida - incluso las negativas - son oportunidades de formación y crecimiento personal. La tarea formativa es ayudar a los alumnos a encontrar sentido a todo lo que viven y a valorar positivamente el encuentro con otros. Por eso es importante la acción de toda la comunidad: administrativos, personal auxiliar, profesores, padres y acudientes, el clima mismo que se vive en el colegio o escuela, lo que ocurre en los recreos y en las salas de clase, en los deportes y actividades lúdico-recreativas.
Claridad en la formulación de los objetivos y contenidos
La acción educativa se considera como un proceso intencionado y sistemático, destinado al cambio de conducta, en lo cognitivo, afectivo y psicomotor. Esto obliga a tener objetivos precisos y determinados, tanto para el desarrollo completo de lo que se enseña, como para cada clase. Esto ayuda al alumno a orientar su aprendizaje, y contribuye al desarrollo de una actividad pedagógica eficaz y eficiente. Se trata que el alumno logre lo que “quiere y desea”, haciendo propios los objetivos que le centro le propone, trabajando activamente por conseguir su SER personal.
Adaptación de los Objetivos
Los objetivos y su secuencia tienen en cuenta la edad cronológica, la edad psicológica y el ambiente socio cultural de los alumnos, adaptando para ello los objetivos, la selección del material didáctico, las actividades, los modos de evaluación, considerando que cada alumno tiene un ritmo de aprendizaje y un nivel de desarrollo psicológico propios que merecen ser respetados.
Motivación
Todo aprendizaje será significativo para los alumnos en la medida en que se estimulen sus necesidades, intereses y valores. Si no hay motivación por lo que se va a estudiar, difícilmente será aprendido, pues se tomará un aprendizaje forzado, tedioso, irrelevante. La actividad de aprender debe llegar a ser fascinante y agradable. Para esto, los contenidos se seleccionan de manera que sean relevantes para el alumno porque le permiten “sentir y gustar”, “meditar o contemplar”, aplicar los sentidos y las “potencias del ánima”. También es importante utilizar recursos variados en el proceso de enseñanza – aprendizaje, como la expresividad, los medios audiovisuales, la creatividad, distintas formas de material escrito.
Se hace un esfuerzo serio por llevar a la sala de clases los descubrimientos de la psicología de la motivación y su aplicación en técnicas pedagógicas. Se valora en esta línea, por su consistencia y amplitud, el llamado “Modelo de Enseñanza Efectiva”, centrado en la búsqueda activa de significados y una buena articulación de los aspectos motivacionales, afectivos e intelectuales.
Participación activa del alumno
No basta que le alumno aprenda; se requiere que “aprenda a aprender”. El es sujeto, y no objeto de su formación. El punto de partida de un currículum humanista centrado en la persona es priorizar la actividad del alumno por sobre la del profesor. Sólo a partir de esta participación activa y querida, puede el alumno desarrollar las habilidades, hábitos y conductas que se le proponen como metas. Se busca suscitar ene l alumno el gusto por el estudio sistemático y el trabajo bien hecho, proponiéndolos como medios privilegiados para la formación de la persona y como un modo concreto de servir a otros.
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